La estrategia de comunicación ha sido un éxito… ¿Y ahora qué?

Bruno de Jesús
Bruno de Jesús · Estrategia
· 4 min de lectura

Los que nos dedicamos a la consultoría en comunicación sabemos que nos pasamos el día diseñando estrategias, adaptándonos a las nuevas realidades y a los nuevos públicos, persiguiendo objetivos, analizando métricas con detenimiento para tratar de saber cuál es el siguiente paso a seguir y, en definitiva, ayudando a las organizaciones a crecer, en algunos casos, y a consolidarse en otros.

Cualquier persona que sienta pasión por su trabajo entenderá la motivación de estos retos. ¿Pero qué pasa cuando se alcanzan los retos? ¿Qué pasa cuando hemos logrado afianzar un proyecto? ¿Cuando, fruto de nuestro trabajo, hemos consolidado unas dinámicas que funcionan sin necesidad de dedicarles demasiado esfuerzo?

En primer lugar debemos felicitarnos, pues habremos diseñado una estrategia y unos procesos de ejecución que han dado resultados. Pero por otra parte, cuidado, corremos grave peligro de entrar en nuestra zona de confort. En este momento estamos en un momento dulce, pero si no cambiamos nada, las siguientes zonas que pisaremos serán la del trabajo por inercia, la del empeoramiento de resultados y la de la estrategia desfasada, por orden cronológico.

Es por eso, que debemos anticiparnos a no caer en estas situaciones justo cuando mejor estamos y saber detectar los signos que anticipan la necesidad de cambiar y/o mejorar:

  • Rutina en los procesos de comunicación. Situaciones en las que todo va bien, logramos buenos resultados con nuestras acciones y la vida es bella, pero notamos que llevamos ya un tiempo instalados en un mundo en el que no pasa el tiempo. Es un primer aviso.
  • Decrece la relación con el cliente. Se detecta falta de implicación en la comunicación por parte de la empresa, puede ser por muchos motivos, aunque el más habitual suele ser la falta de tiempo. Nunca debemos dejar que la relación se enfríe, siempre debemos trabajar juntos para conseguir los objetivos.
  • Las métricas se han estancado. Los KPIs que dictaminan el éxito o el fracaso de nuestra estrategia siguen siendo buenos pero han dejado de crecer. No podemos conformarnos, sin duda ha llegado el momento de hacer algo.
  • Por algún motivo, la motivación en relación al proyecto ha bajado. Puede deberse al logro de los objetivos marcados inicialmente, a la falta de nuevos retos o a cualquiera de las anteriores, y es tan importante resolverla como las otras tres.

Soluciones

  • Anticiparse a las necesidades futuras de la organización. ¿Lo que hacemos le valdrá para lograr sus próximos objetivos? ¿Variarán los productos o servicios? ¿Cómo están cambiando nuestros públicos? Son preguntas que debemos formularnos.
  • Reunión de brainstorming. En el caso de las agencias de comunicación es increíblemente útil. En Blackpool Digital lo hacemos constantemente, reuniones en las que participan todos los responsables de diferentes proyectos y cuyo único objetivo es detectar oportunidades de mejora en la estrategia o en los procesos que llevamos a cabo con cada uno de nuestros clientes. Estas reuniones favorecen una mentalidad abierta, en el que otros consultores ajenos al proyecto aportan una mirada externa y experimentada. En realidad estamos poniendo en marcha mecanismos de innovación abierta, y dejadme añadir que está siendo muy útil.
  • Poner en limpio las oportunidades de mejora detectadas así como los procesos o herramientas que serán necesarias para llevarlas a cabo y presentarlas al cliente para preparar un calendario de acciones.
  • Redefinir objetivos. En aquellos casos en los que el logro de objetivos esté garantizado con la rutina diaria de nuestras acciones es fundamental buscar nuevos retos. Estos nuevos retos no solo nos harán mejorar sino que mantendrán alta la motivación.
  • Ser proactivo y promover la proactividad. Por mucho que en algunos casos los consultores podamos contar con mucha autonomía, el cliente siempre será una pieza fundamental cuya implicación tiene efectos directos en el grado de éxito de nuestras acciones. Si somos capaces de transmitir nuestra motivación al cliente, seguro que también dará muestras de proactividad y juntos llegaremos lejos.

Dicho de otra forma, cuando hayamos alcanzado los objetivos, empieza la cuenta atrás para estudiar cómo no estancarse y seguir creciendo junto a la organización. Y esto significa detectar las necesidades futuras y visualizar el margen de mejora que tienen tanto nuestras acciones como nuestra estrategia. La zona de confort no sirve para nada.

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