Los que trabajamos en comunicación nos hemos referido mil veces al concepto de web 2.0. Ya estamos a 2017 y seguimos explicándolo como si fuera nuevo, cuando el término es de 2005 y la idea tiene 15 años como mínimo.
Hay dos factores que conforman la web 2.0: la tecnología (blogs, redes sociales...) y el uso (participación, colaboración...). En ambos hay elementos que ya existían a finales de los años 90. Me atrevería a decir que casi todo. Más cutre, más costoso, más minoritario, pero con la misma esencia.
En 1997 un profesor de lengua preguntó en clase cuántos teníamos email. Respondimos tres o cuatro. El mío, compartido con mi padre, empezaba por GinesA y seguía con santandersupernet. El profesor había encontrado una web de un museo desde donde podías descargar centenares de documentos y como las conexiones eran lentas, proponía una división del trabajo.
El mismo año, Miquel Vidal creó una web personal en Geocities: Miquel’s Page. Yo me subí al carro y publiqué una sobre The Chemical Brothers. Me acababa de comprar un libro-revista del grupo y me dediqué a copiar los contenidos en la web. Geocities se organizaba por barrios (música, deporte…) y ofrecía plantillas y widgets, casi como WordPress. No había entradas más recientes y no podías comentar, pero había un libro de visitas, y Miquel hasta montó un club de Migueles a nivel mundial, afición que pongo sobre la mesa siempre que puedo. No había podcasts pero sí una sección de MIDIs con himnos de países, y “Red Red Wine, de UB40, que me encantaba”, recuerda Miquel.
En 1998, un año después, ya en la universidad, los habituales de la sala de ordenadores entrábamos en los chats de IRC y Olé. Nunca me enganché, pero no olvidaré una sala del mIRC de vampiros donde no me enteraba de nada porque tenían una jerga propia. También jugábamos en línea al Age of Empires y alguno hacía sus pinitos de hacker con la guía del anarquista.
Mi rutina diaria incluía entrar en Clubbingspain.com a leer crónicas y chafardear en su foro de música electrónica. Era más valioso que cualquier revista en papel.
Como en la universidad todavía funcionábamos con disquetes, no tardamos en descubrir que la forma más segura de guardar los documentos era enviártelos a tí mismo por correo electrónico, de Mixmail, porque Gmail no existía. Teníamos una intranet, pero no recuerdo ningún uso útil. Siempre hemos sido más rápidos los usuarios que las organizaciones.
Generación de páginas web y contenidos, colaboración en red, participación, comunidad, datos en las nube, y todo antes de 2001. No éramos tontos, pero nos dormimos en los laureles. Podríamos haber aprovechado para buscar soluciones y crear aplicaciones. No anticipamos, no innovamos, teníamos la mentalidad de recibir y aprovechar lo que nos daban, no de crear. No nos habían formado para eso. Afortunadamente, cada vez se apuesta más por la creación y el emprendimiento desde la infancia.
A nosotros tampoco nos ha ido mal, seguimos descubriendo y aprovechando nuevas soluciones con la misma pasión que hace 20 años.