Blackpool es una ciudad costera del condado de Lancashire, al noroeste de Inglaterra, que vivió un boom turístico a mediados del siglo XIX con la llegada del ferrocarril, el alumbrado de gas y el abastecimiento de agua por tuberías. En 1879 fue el primer municipio del mundo en tener luz eléctrica en las calles.
La revolución industrial, las infraestructuras innovadoras y el crecimiento de una clase obrera en busca de descanso y diversión convirtieron el municipio en el primer destino turístico británico, con diecisiete millones de visitantes.
Pero cambiaron los hábitos, se abarataron los viajes y los ingleses cambiaron las playas del norte por las de climas cálidos. Blackpool, que fue pionera y líder durante el boom industrial, ha perdido desde entonces la mitad de sus visitantes, y se plantea continuamente ¿y ahora qué?
La idea
Cuando decidimos poner en marcha Blackpool Digital teníamos claro quiénes éramos y qué buscábamos. Queríamos juntar a un buen equipo de profesionales y definir un modelo de organización que sumara nuestra experiencia en diferentes sectores y empresas, combinando perfiles de comunicación, diseño e ingeniería. Queríamos aprovechar las diferentes visiones tanto en el servicio a ofrecer como en la forma en que nos organizamos, y nuestra tarjeta de presentación debía ser el conocimiento y la experiencia adquiridos.
La marca
No queríamos, por lo tanto, posicionarnos como una agencia de comunicación nueva y dicharachera, con predominio de una estética 2.0 y discursos comunes, vacíos de significado de tan repetidos. La única licencia que nos permitiríamos sería añadir la palabra digital, nuestra razón de ser.
A nivel personal nos fascinaban dos tipos de nombres de influencia americana, los que sumaban apellidos para bufetes de abogados y agencias (Sterling Cooper, Florrick Agos, Lockhart/Gardner), y los grandes clásicos americanos (PriceWaterhouseCoopers, The Boston Consulting Group, McKinsey & Company) o más recientes (Gotham City Research).
El nombre de Blackpool fue idea de Natyra Zhjeqi. Era sencillo, potente, neutral, internacional y conectaba con la estética clásica que nos inspiraba. La historia de Blackpool nos acabó de convencer, por su papel pionero durante la revolución industrial y su necesidad de búsqueda de valor y reinvención en nuestros días.
Para la descripción de la empresa hemos optado por sintetizar al máximo quiénes somos y qué hacemos. Presentamos nuestra experiencia con la trayectoria de los miembros del equipo, y nuestro conocimiento e ideas, a través de este blog. Más adelante profundizaremos en nuestra visión y metodología de trabajo.
La identidad
Cristina Guardiola, al desarrollar la imagen gráfica, se basó en la definición de pool como suma de recursos y optó por una interpretación libre del símbolo del infinito en tres dimensiones para representar una unión, la de los profesionales que formamos la empresa.
Cristina completó el resto de elementos gráficos en base a nuestra forma de entender la consultoría. Sin grandes piruetas ni artificios, hemos optado por una gama de colores grises, una tipografía clásica y formal, y títulos en negrita y estilizados, buscando un equilibrio al representar experiencia, innovación, sobriedad, elegancia y efectividad.
En definitiva, hemos querido construir una base sencilla pero sólida, preparada para crecer y evolucionar, que acoja todo lo que está por llegar.
Imagen: La Promenade, Blackpool, aprox. 1898