Llevo unos días dándole vueltas a una de las profesiones más cool del momento, los conocidos influencers. Vienen a mi mente los días de verano… me levantaba por la mañana, abría Instagram y empezaba mi tarea de voyeur: paseaba por distintas cuentas de influencers para ver qué hacían, qué contaban y por dónde andaban.
Era verano. Hacía calor en Barcelona, y mi blanco de oficina contrastaba con esas pieles bronceadas que iba observando de foto en foto. Mallorca, Ibiza, Mykonos o el Caribe eran algunos de los muchos destinos que acogían a esa ola de prescriptores. Me paro a pensar, y me acuerdo de una conversación que escuché entre una madre y una hija por el Born. “Mamá quiero ser influencer”, decía la pequeña con el móvil en la mano, mientras su madre, percatándose de mi presencia, sonreía.
Millones de personas en todo el mundo trabajan como influencers o pretenden serlo. Una ola gigante que no para de crecer y quiere ser surfeada por muchos. El año pasado, las marcas de nuestro país invirtieron unos 35 millones de euros en campañas con influencers, un incremento del 400% respecto el año anterior, según un estudio de la agencia BrandManic. Sí, abrumador. ¿Se trata de una burbuja? Ya lo creo. ¿Y qué pasa finalmente con todas las burbujas? Es cuestión de tiempo que exploten. O no.
Lo que ya estamos viendo es la necesidad de Instagram de reinventarse constantemente. Hace pocos días nos levantábamos con la noticia de que la red social del momento empezaría a probar, en algunos países, la ocultación del ‘like’. Es decir, los usuarios no verán los likes que reciben las publicaciones de los demás, pero sí los suyos.
¡Que no cunda el pánico! De momento es tan solo una prueba. Desde la plataforma quieren que nuestros amigos se centren en las fotos y los vídeos que compartimos, y no en la cantidad de “me gustas” que recibimos. Añaden, también, que esta novedad podría ayudar a eliminar la presión social que sentimos todos por saber cuántos ‘corazones’ recibiremos en una publicación. Sorprendente. Game over a todos esos comentarios de “YO TENGO MÁS LIKES QUE TU”. ¿Será verdad que en Instagram se empiezan a preocupar por nuestra salud y por ofrecernos una experiencia más healthy?
Otra duda que me surge es si esta búsqueda de la autenticidad va a ser la tendencia y, si es así, cómo afectará a la profesión del momento. Si algunas marcas seguirán fijándose, únicamente, en si un influencer tiene tantos me gustas o seguidores, o si bien empezarán a apostar por la autenticidad, la transparencia y los valores. ¿Y en cuanto a nosotros, qué?, ¿qué queremos? Yo lo tengo claro, calidad antes que cantidad. Porque ya hemos visto lo fácil y rápido que es comprar likes y seguidores. El verdadero reto es, y será, llegar a la gente. A sus corazones y no tan solo a sus pantallas. Los ‘me gusta’ y los followers podrían perder chicha, hasta quedarse en los huesos. Lo importante será tu engagement y que lo que comuniques sea potente, diferente y auténtico.
Para mí este es el camino que deberán seguir las marcas. El buen marketing con influencers -y resalto “buen”, ya que no todo vale- seguirá funcionando, de momento, incluso con la ocultación de dichos likes. La clave será saber escoger esa persona que representará el alma de tu marca, y eso dependerá, siempre, de unos valores y una buena estrategia.