En internet no basta con estar: hay que conectar. Y para lograrlo, el humor, bien usado, puede ser un atajo directo al corazón (y al clic) de nuestra audiencia.
Cada vez más marcas lo entienden así. Y no hablamos solo de campañas con bromas simpáticas o vídeos con tono desenfadado, sino de una herramienta muy concreta: los memes. Ágiles, visuales y compartibles, los memes se han convertido en una pieza clave de muchas estrategias de comunicación digital.
¿Por qué comunicar con humor funciona?
Porque rompe el hielo. Porque humaniza. Porque genera empatía. Porque nos hace parar el scroll. Y, sobre todo, porque hace que recordemos el mensaje.
El humor bien calibrado no solo entretiene: construye. Ayuda a posicionar a la marca como cercana, auténtica y, por qué no, valiente. El humor requiere timing, observación y sensibilidad, pero cuando encaja, puede multiplicar el engagement a niveles desorbitados.
El auge del meme corporativo
Los memes ya no son solo cosa de adolescentes encerrados en Reddit. Hoy forman parte del lenguaje digital cotidiano, y las marcas que los integran con inteligencia pueden ganar relevancia, visibilidad y afinidad.

No es casualidad que perfiles como Ryanair, Duolingo o KFC hayan encontrado en el meme un vehículo ideal para conectar con la Generación Z. Es directo, reconocible, económico y tiene un enorme potencial de viralidad.
Pero cuidado: no todo vale. El meme corporativo exige autenticidad y coherencia con el tono de la marca. De lo contrario, puede volverse en contra y entrar en terreno del memeburning (ese momento incómodo en el que el chiste ya no hace gracia… y encima viene con logo).
No todas las marcas pueden, ni deben, replicar el humor absurdo de KFC o el tono salvaje de Ryanair. Cada una debe encontrar su propia voz dentro del lenguaje del meme.
Y para lograrlo, hay dos claves: estar al día de las tendencias y adaptar el contenido a tu estilo propio. Un meme puede estar en boca de todos, pero si no encaja con tu identidad, forzarlo solo generará rechazo. El humor no funciona cuando se nota impostado. El reto no es subirse a todas las olas, sino saber cuáles te representan y cómo puedes aportar algo que suene genuino, no oportunista.

El humor como código compartido
Como explica la investigadora Limor Shifman, los memes funcionan tan bien porque combinan tres ingredientes clave: humor, simplicidad y referencias culturales compartidas. Es decir, nos hacen reír, los entendemos rápido y nos sentimos parte del chiste. Esa sensación de “yo también lo pillo” es justo lo que hace que un meme se propague.
De hecho, el propio Richard Dawkins, que acuñó el término meme en los años 70, ya hablaba de ellos como unidades culturales que se transmiten como los genes: los que mejor encajan, sobreviven. Y en las redes, los que nos hacen reír (y dar like) son los que más se comparten.
Integrar el humor en la comunicación no se trata de hacer reír por hacer reír, sino de conectar desde lo que somos como marca. Si conseguimos que el público nos entienda, se ría con nosotros y, de paso, nos recuerde, entonces el meme habrá cumplido su misión.